El Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) es la institución científica más antigua del país; abrió sus puertas en 1838, varias décadas antes que otros pares de renombre mundial, como el Natural History Museum de Londres (1881) o el American Museum of Natural History de Nueva York (1869). Su objetivo es promover un conocimiento más completo de la diversidad del mundo natural.
En conjunto con el Espacio de Arte Contemporáneo en otra parte del predio, es una posibilidad de sumar otro equipamiento cultural con la trayectoria y prestigio del Museo Nacional de Historia Natural, que permitirá generar un centro de referencia tanto para la ciudad como para el barrio y de impacto nacional e internacional. El proyecto, basado en la propuesta de panóptico ideada por Jeremy Bentham en 1780, le da un valor agregado al predio y sus construcciones.
La disponibilidad de una manzana entera de 15.000 m2 en el área central de la ciudad la vuelve una oportunidad única para concretar la instalación de programas culturales bajo una propuesta inclusiva como son los museos, permitiendo proyectar un nuevo destino para el sitio sin dejar de lado la conservación y reflexión sobre su memoria. El pabellón central a ser utilizado como hall de llegada a ambas instituciones albergará los espacios de uso común.
La nueva sede permitirá la adecuada conservación e incremento del acervo científico del museo (colecciones botánicas, paleontológicas y zoológicas), conformado por cerca de 400.000 ejemplares, constituyendo una gran “biblioteca de la vida”. Las colecciones biológicas documentan aspectos de la historia natural de Uruguay y su entorno geográfico. Son la fuente de investigación e información científica para la toma de decisiones sobre el manejo y conservación de los recursos naturales, así como el apoyo a programas de formación de grado, postgrado y que constituyen un patrimonio cultural irremplazable.
A su vez, las actividades educativas que el museo proyecta incluyen exposiciones (permanentes, temporales e itinerantes), talleres, cursos, actividades lúdicas, etc., contribuyendo a tener acceso a una mayor cultura científica y desarrollar sus conocimientos, brindando una mejor base para sus opciones y decisiones como ciudadanos.
En esta nueva situación se podrán potenciar dos ejes de acción: inclusión social, a través de la democratización del acceso atendiendo a la diversidad de las personas y las diferencias individuales; y sostenibilidad de la institución atendiendo aspectos económicos, sociales, culturales y ambientales, satisfaciendo necesidades actuales sin afectar negativamente a generaciones futuras.