El 22 de febrero de 2010 el Museo Figari abrió por primera vez, bajo una lluvia torrencial, sus puertas al público. Aquel bautizo inesperado resultó propicio. En estos cinco años el museo ha logrado constituir un acervo de más de cien obras originales de Pedro Figari y su hijo Juan Carlos, constituirse como museo por ley y acompañar la formación de una Asociación de Amigos, ampliar el espacio expositivo desde los 300 metros cuadrados iniciales a los 500 alcanzados con la habilitación del primer piso, gestionar el traspaso del edificio de la órbita del Banco Central del Uruguay al Ministerio de Educación y Cultura, acondicionar un depósito de obra con paneles móviles, implementar controles ambientales de temperatura y humedad y un sistema de seguridad con circuito cerrado de cámaras, personal de seguridad las 24 horas, alarma contra intrusos e incendio, restaurar parte del centenario edificio, instalar un ascensor de accesibilidad universal…
Es el momento de mirar lo hecho y celebrarlo. En breve estaremos dando detalles de una pequeña mas sentida celebración con todos los amigos del museo.
Mirar lo realizado nos gratifica. Es difícil repasar en pocas líneas este intenso lustro. Cincuenta y una exposiciones -treinta y tres en el museo y dieciocho itinerantes por todo el país- en las que se exhibieron no sólo obras de Figari sino también de Joaquín Torres García o Rafael Barradas para citar artistas históricos igual de connotados; consolidar la continuidad anual del Premios Figari que otorga el BCU; producir más de cincuenta publicaciones desde láminas educativas hasta libros especializados de trescientas páginas; recibir espectáculos musicales como los de Leo Masliah, Vera Sienra o Proyecto Mestizo; piezas de teatro como la de Natalia Lambach, el grupo La Rueda hasta el estreno de una obra teatral escrita por Figari, dirigida y adaptada por Juan Carlos Ivanovich; realizar lecturas poéticas en vivo; co-producir audiovisuales y documentales sobre Figari; llevar adelante conferencias, talleres -en conjunto con Pasaporte Cultural y otros artistas y educadores-, presentaciones de libros… la lista podría extenderse. Sorprende que sea la obra de un reducido grupo de personas, claro que amparado en el marco institucional del equipo de la Dirección Nacional de Cultura.
Sin duda, resta mejorar lo realizado y hacer mucho más. Pero el logro principal es la posibilidad cierta de tener hoy un museo abierto a la comunidad, que recibe escuelas, liceos, turistas, estudiosos y visitantes “de a pie”, y en donde todos podemos participar y disfrutar del gran legado figariano.
Es el momento de mirar lo hecho, agradecer a todos quienes hicieron posible esta continuidad de cinco años, y festejar. Para seguir adelante con renovado entusiasmo y el mismo compromiso por la cultura.
Imagen: Inauguración del XV Premio Figari Diana Mines, diciembre 2010