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Circa1890
Acuarela sobre papel
33 x 100 cm
Museo Figari
(Colección de origen Museo Histórico Nacional).
La acuarela Mercado Viejo es un ícono de la obra figariana. En primer lugar, porque es una pieza muy temprana de carácter naturalista (hacia 1890), que conecta al autor con ese pasado histórico que luego él mismo se encargó de inmortalizar con un nuevo estilo pictórico. Para el observador no avezado, es además, las prueba irrefutable que Figari ‘sabía” pintar y que, por tanto, la elección estilística posterior en sus cuadros, de mancha colorida y dibujo suelto, no es un camino impuesto por limitaciones técnicas sino elegido a conciencia. En segundo término, es una obra muy reproducida, y en general con aceptable fidelidad, presente en muchas casas y comercios del Uruguay.
El pasado año personal del Museo Figari encontró una fotografía del Mercado Viejo (también un registro histórico muy requerido entre los coleccionistas de fotos antiguas) adherida al dorso de uno de los primeros cuadros que se conservan de Figari, un retrato de su padre Juan Figari Lázaro, óleo sobre tabla en poder de uno de sus bisnietos y que hoy se halla en custodia en el Museo Figari.
El hallazgo puso en evidencia que Pedro Figari se basó en la foto para recrear el mercado, pues se aprecian claramente los trazos a lápiz que efectuó sobre la imagen fotográfica para el encuadre utilizado en la acuarela, así como muchos detalles de composición de la misma. Si bien el hecho no resta mérito alguno al talento de Figari, que logra en este trabajo una delicada luz y una atmósfera vesperal encantadora, con detalles milimétricamente recreados, rompe con la monolítica idea –en esencia verdadera– de que el artista se servía de bocetos que tomaba del natural o que extraía de su propia memoria, (ya que la mayor parte de su producción fue concebida en Buenos Aires y París, lejos en tiempo y espacio de sus temas predilectos).
Esta es la excepción que confirma la regla. Y nos coloca en el punto de inflexión histórico entre las relaciones de la pintura y la fotografía: la última comienza a tomar el relevo de ciertos temas -como los retratos y los paisajes- mientras que la pintura, al principio sirviéndose de su aporte técnico pero soltándose poco a poco, comienza a la liberarse de la función descriptiva y testimonial para referirse también a ella misma como lenguaje, lo que precipita el surgimiento de las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Importa destacar que la fotografía hallada aporta datos poco conocidos acerca de la toma, como que fue realizada por el estudio Chute & Brooks,* el año en que se llevó a cabo, así como su posible procedimiento fotográfico (albúmina).
La acuarela y la fotografía fueron limpiadas y acondicionadas para su exhibición en esta muestra Figari y su época por la restauradora Lic. Alicia Barreto, que logró recuperar buena parte de la hermosa luminosidad original. **
*Chute and Brooks es el nombre comercial de una asociación de dos fotógrafos norteamericanos, Charles Wallace Chute (1846-1923) y Thomas Brooks. Chute arribó a Montevideo de Boston (Massachusetts) en 1865 e instaló su compañía con Brooks en 1868. Juntos montaron estudios fotográficos en Argentina (Buenos Aires y Rosario) y Uruguay (Montevideo) y se tornaron famosos por la calidad de sus retratos. (Roberto Ferrari dixit)
**La perdida de definición de la imagen en la fotografía, su aspecto delicuescente, es propio y natural al paso del tiempo en la albúmina, según consignan los entendidos en la materia.