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A nadie puede extrañar, conociendo la vida profesional de Pedro Figari, que haya considerado incluir dentro de las “Secciones que abarca mi pintura”, según consta en sus apuntes (1), un lugar especial para los “Crímenes” (el noveno, luego de las “Costumbres urbanas, suburbanas y camperas” y las “Corridas de toros”).
Un crimen político, el asesinato del joven militante Tomás Butler, lo condujo, recién iniciada su carrera de abogado Defensor de Pobres, a una investigación de cuatro años gracias a la cual se comprobó la inocencia del Alférez Almeida, injustamente acusado, y llevó a su vez al propio Figari a un aclamado reconocimiento público.
Pedro Figari
El crimen
Óleo sobre cartón
68 x 98 cm
Ca. 1923 – 30
Los sangrientos crímenes de la campaña a principios de siglo fueron también objeto de su análisis, y el desdeñoso comportamiento de los criminales ante la pena de muerte, un argumento que Figari empleó para bregar contra la pena capital (cuya abolición se produjo en Uruguay hacia 1907, gracias, entre otras razones, a su encendida prédica).
Finalmente, crímenes cometidos en el campo fueron también los principales asuntos de algunos de sus relatos ficticios, como “El crimen de Pororó”, “En Capilla” y “Sadi Ballah”, escritos entre 1927 y 1928 y publicados póstumamente (2).
El crimen de este cuadro remite a circunstancias que no sabemos a ciencia cierta si son verídicas. Aunque en los registros del Museo Histórico Nacional, el cuadro entregado en los años cincuenta por la hija de Figari, María Elena Figari de Regidor, figura con este título genérico, un libro de Georges Pillement sobre Figari publicado en París en el año 30, es decir, en vida del artista y en la ciudad que a la sazón residía, lo incluye en sus páginas bajo el título Les femmes a soldats: époque de Rosas. La Tragédie (3)
Algún suceso particular protagonizado por estas mujeres “cuarteleras” –piezas fundamentales en la brutal “Conquista del Desierto” que emprendió el dictador Juan Manuel Rosas–, parece estar aludido por las divisas punzó firmemente adheridas a sus lacias cabelleras, que desde el punto de vista plástico y simbólico operan también como remarcador del hecho de sangre.
Las amplias y espaciadas calles del pueblo, el tránsito de los animales domésticos, la pincelada suelta y ligera, le restan dramatismo a la muerte. Flota un aire de “ajuste de cuentas”: ¿un crimen perpetrado por mujeres, entre mujeres? Dos testigos se apresuran a huir de la escena, que, por lo demás, parece detenida fuera del tiempo: la vida se pierde bajo un cielo de nubes plácidas, tan alto como indiferente.
Texto de Pablo Thiago Rocca
1. Citado en Figari, Lucha continua de Luis Víctor Anastasía, Instituto Italiano de Cultura en Uruguay, Academia Uruguaya de Letras, p. 138, Montevideo, 1994.
2. Cuentos de Pedro Figari, editorial Fábula, compilados por Ángel Rama, Montevideo, 1951.
3. Las mujeres soldados: época de Rosas. La tragedia. Reproducido en Pedro Figari de Georges Pillement, Collection “Les Artistas Nouveaux”, Ediciones G. Grès et Cie Paris VIe , 1930.