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Apertura: 3 Setiembre 2020
Cierre: 30 Noviembre 2020
El Museo Figari cumple diez años y lo celebra con una serie de exposiciones e intervenciones curatoriales en museos e instituciones amigas. Bajo el título Figari y sus contemporáneos se busca establecer un diálogo entre las obras de Pedro Figari y el círculo de sus artistas amigos y allegados. Al mismo tiempo, se intenta poner en relación el acervo patrimonial de las instituciones uruguayas siguiendo un mismo eje transversal que los une en la temática figariana.
En esta ocasión hemos escogido la figura del escultor José Luis Zorrilla de San Martín (Madrid, 1891- Montevideo, 1975) y la del pintor y grabador Guillermo Ciro Rodríguez (Montevideo 1889 - 1959).
José Luis Zorrilla: iconografía y evocación de Figari
José Luis heredó de su padre, el poeta Juan Zorrilla de San Martín, un gran anhelo de construcción épica. Como escultor y dibujante es un iconógrafo por excelencia, y casi no ha dejado retratos que no posean rasgos heroicos. El retrato a lápiz de Figari tampoco escapa a esa regla. Con una línea sensible que sopesa las intensidades, las frecuencias del trazo y los suaves frotamientos en la superficie, consigue un claroscuro de gran calidad y calidez. Los toques de blanco brillo en la frente y la barba, la verosimilitud de una pupila dilatada que enseña preciosos reflejos, las sugerencias volumétricas en el pómulo y la nariz… todo converge hacia la robustez moral del retratado. El conocimiento personal que el joven José Luis tuvo de Figari alimentó una admiración que vuelca en este retrato con seguridad y maestría.
Retrato de Figari, José Luis Zorrilla de San Martín, realizado en grafito sobre papel.
27,5 x 21,5 cm. Colección Privada, 1961.
«Mi generación frecuentó durante muchos años al gran artista Pedro Figari, cuando todavía no había iniciado la gloriosa aventura de su vejez. Lo conocíamos y veíamos a diario. Todos le debemos algo de nuestra formación artística y es justo recordarlo ahora, con un tinte de emoción, incorporándolo al homenaje. Le debemos algo de lo que después nos ha ayudado, a través del largo vivir y producir. El daba siempre, generosamente, la miel de su vieja experiencia; el zumo de sus largas meditaciones; lo hacía con aquella característica e irónica bonhomía, que no podremos separar nunca de nuestro recuerdo»
«Sabemos que siempre encontraba el momento propicio, la oportunidad favorable para realizar el apunte fugaz o el pequeño boceto lleno de intencionadas búsquedas, mientras se iba formando en su trasfondo anímico, y tomando corporeidad, la visión entrevista, cada vez más clara y definida de la obra futura. Creo que en esa época, una de las impresiones más hondas que se grabaron en su espíritu, y que quizás gravitaron mucho en su obra posterior, fue la sala del pintor Anglada Camarasa, que visitó y saboreó, largamente, en la Exposición del Centenario Argentino en 1910. A su vuelta nos habló mucho de Anglada, y del concepto de su pintura tan original, hecha de libertad creativa, basada en el poder de transmisión original del color, por el color mismo, y opuesta a la otra posición más fría y cerebral, que reproduce por claroscuro, la visión óptica. Nos explicaba su opulencia cromática mediterránea emparentada a la tapicería y la cerámica de Oriente.»
José Luis Zorrilla de San Martín. “Discurso del Delegado de la Comisión Nacional en el Palacio Legislativo. 28 de junio de 1961. Homenajes al Doctor Pedro Figari en el Centenario de su nacimiento”. Revista Nacional, nº 208, T. VI, p. 173-174. Montevideo, abril-junio 1961.
Guillermo C. Rodríguez y Pedro Figari como crítico de arte
Entre las muchas facetas de Figari que poco se conocen está la de crítico de arte. Escribió en la prensa distintos artículos bajo seudónimos como Lope López, Jean Jaques, Severo Maturana. Esta heteronimia que también se extiende a las primeras épocas de sus pinturas (firma como P. Weber, P. Merlín) no se explica únicamente por la necesidad de ocultarse tras el anonimato. Obedece a una razón instrumental: Figari es muchas personas en una, posee intereses tan diversos que la sociedad de su tiempo –y a la resistencia que tuvo su pintura en Uruguay nos remitimos– no le iba a tolerar.
Reproducimos aquí un hermoso cuadro del pintor y grabador uruguayo Guillermo C. Rodríguez, quien a la postre fuera profesor de Petrona Viera y de muchos artistas de renombre. “Los antiguos ombúes de Punta Carretas” de 1918 (Óleo sobre tela, 28 x 40 cm), pertenece al acervo del Museo Zorrilla y da cuenta de los mismo ejemplares vegetales que aún engalanan el jardín de la casa de veraneo del poeta, hoy devenida en museo.
Pedro Figari en su rol de crítico fue uno de los primeros en reconocer el talento de un joven Guillermo Rodríguez cuando aún no cumplía 20 años. Compartimos esta reseña gracias a la gentileza de Guillermo Rodríguez hijo que la conservó y nos la dio a conocer hace poco tiempo.
Allí no sólo despunta la visión del genio precoz de Guillermo Rodríguez sino también la brillante pluma de Figari, no exenta de toques poéticos y de firmes conceptos que pueden leerse hoy con un aire profético personal:
«... El arte es, de todas las cosas bellas de la vida, quizás la más exigente, la más tiránica y la más ingrata también. Mucho ofrece y poco da, sobre todo si el que a su conquista se lanza no lleva por armas, en su carcaj de luchador, algo más que buenos deseos y anchas ambiciones. El color no encierra, para Rodríguez misterios profundos: su retina está admirablemente preparada para penetrarlos en sus infinitas variaciones. El escollo a vencer, y a vencer con los arrestos de los primeros años que, una vez que se pierden, no se recuperan jamás, es el dibujo...»
Jean Jacques (seudónimo del Dr- Pedro Figari), El Siglo, 1910.
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Agradecimientos especiales a Mercedes Bustelo.
Museo Zorrilla. Zorrilla de San Martín 96, barrio Punta Carretas, Montevideo.
Horarios: Lunes a viernes de 14 a 19 hs y sábados de 11 a 16 hs