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El pasado año el Museo Figari dio a conocer un estudio sobre "Los colores de Figari" mediante la publicación en la web de un trabajo realizado por la conservadora del museo, Alicia Barreto, y la exhibición de los pomos de pintura y las herramientas del pintor -pinceles y espátulas- donados por la nieta del artista, Magdalena Figari de Olaso (Montevideo, 1940-2016).
Colores de gran calidad
Los materiales habían permanecido desde el fallecimiento de Figari en una caja de cartón y los pomos estaban fuertemente adheridos entre sí debido al óleo derramado (en algunos casos ya seco y resquebrajado y en otros, aún pegajoso).
La separación de los mismos, necesaria para extraer la información que contenían, requirió de un delicado trabajo que tenía como fin separar cada pomo en el estado en que se encontraba, sin alterar la forma ni los recubrimientos de etiqueta y diversos sedimentos de pinturas y óxidos que se acumularon sobre ellos con el tiempo.
Esta operación permitió identificar tres marcas de pinturas al óleo: la española Antonio Zuloaga, la belga Blockx & Fils y la francesa Lefranc & Cia. Se trata de oleos de gran calidad, monopigmentarios en aceite de linaza, resistentes a la luz. La línea de óleos Blockx y Lefranc & Cia. (hoy Lefranc & Bourgeois) tiene continuidad hasta nuestros días y se las reconoce mundialmente por la pureza de sus pigmentos. Estas marcas fueron utilizadas por artistas de la talla de Millet, Dalí, Picasso y Cézanne.
En el costado derecho de la pantalla se encontrará un completo informe (pdf) sobre esta investigación y sus alentadoras conclusiones.
Pinceles y espátulas
Otro componente de la importante donación de Magdalena Figari lo constituyen las herramientas pictóricas de su abuelo. El desgaste de los largos pinceles en las cerdas y la acumulación de materia pictórica cerca de los extremos dan cuenta de un uso intensivo y prolongado. Otro tanto se puede decir de las espátulas. Figari las empleaba a menudo con intervenciones precisas en sus cartones.
Las espátulas son instrumentos ideales para trabajar con la pintura sin diluir, que es como pintaba Figari, generando por medio de calculados y cortos arrastres la ilusión de movimiento en las figuras y graduando el ritmo de la composición. Pese a su posible flexibilidad, estas espátulas no son herramientas delicadas, no son pequeñas: más bien evidencian una cierta rusticidad en los medios que conviene al desarrollo de algunos de los motivos más frecuentados por el artista, como las danzas criollas y los candombes.
Mención aparte merece una pequeña cuchillita con mango de hueso, artesanal, que debió cumplir múltiples funciones hoy difíciles de determinar a ciencia cierta: tal vez para desbastes de capas resecas, incisiones leves, sacapunta de lápices, etc. Pero constituye una de esas posesiones que delatan la relación de intimidad y hasta de cariño que un artista mantiene con sus objetos de trabajo.