HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ICONOGRAFÍA FIGARIANA
“En la fotografía, el valor exhibitivo comienza a reprimir en toda la línea al valor cultual. Pero éste no cede sin resistencia. Ocupa una última trinchera que es el rostro humano. En modo alguno es casual que en los albores de la fotografía el retrato ocupe un puesto central. El valor cultual de la imagen tiene su último refugio en el culto al recuerdo de los seres queridos, lejanos o desaparecidos. En las primeras fotografías vibra por vez postrera el aura en la expresión fugaz de una cara humana. Y esto es lo que constituye su belleza melancólica e incomparable.”
Walter Benjamin *
Retrato de Pedro Figari, María de Castro y Carlos de Castro
Montevideo, hacia 1885
Ambrotipo
Cortesía de Juan Olaso Figari
La presente muestra reúne un conjunto de fotografías de distintas técnicas y soportes provenientes de colecciones particulares y del acervo del Museo Figari, la mayoría de ellas nunca antes exhibidas. Son fotografías que “rondan” a Pedro Figari (Montevideo 1861 – 1938), desde finales del siglo XIX hasta bien entrada la segunda década del siglo siguiente. Algunas fueron tomadas por sus hijas e hijos (Juan Carlos, Pedrito, Emma, Isabel, Delia) con amigos o entre hermanos: captación de momentos familiares efímeros y distendidos, paseos por playas, ramblas y parques de la ciudad. Otras describen de un modo intimista el interior de su apartamento en la calle Misiones o el fondo de la quinta de Castro en la que Figari pintó y escribió, las paredes, seres y objetos que su mirada recorrió. Se podría decir que estas imágenes, al revelar distintas circunstancias de su entorno vital, tensan el valor exhibitivo y el cultual, tal como advertía Benjamin en el célebre ensayo citado al comienzo de estas líneas, y de este modo condensan el Zeitgeist de una época.
Al dorso de la fotografía se lee: "Agosto 14 de 1885, Montevideo. Dr. D. Pedro Figari, Oriental, 24 años y mi nieta María Castro y Caravia, 20 años. Hoy tomaron nuevo (…) y salieron a viajar (…). Mi abuelito Bernabé Caravia y fam.”
Montevideo, 1885
Albúmina
Acervo Museo Figari
Hay, por otra parte, una sucesión de retratos de Figari en Montevideo, Buenos Aires y París, que dan cuenta de la evolución fisonómica y de los estados anímicos del hombre, de su peripecia vital. Delicada pero precisa, la línea del rostro de Figari avanza en un camino personal y social, pues algunos de estos registros apuntalan la construcción de una iconografía (a la que pronto se agregan retratos dibujados, grabados y pintados por otros artistas, hasta figurar hoy en el papel moneda).
En este sentido, como aporte hacia la construcción del universo simbólico figariano, se exhiben en vitrina fotografías publicadas en revistas y periódicos argentinos, franceses e ingleses. Modestas en soporte y en su apariencia de viejos recortes de prensa, pero inestimables en su valía documental –posiblemente ya no existan los negativos y originales que sirvieron para su edición–, estas imágenes nos ponen en contacto con la esfera social del creador, con aquellas amistades y apoyos recibidos en su carrera artística, en especial, nos ubican en el círculo de intelectuales argentinos que lo sigue con entusiasmo a París, y
propician para el investigador de hoy la siempre fascinante labor de identificación de rostros y figuras.
Pedro Figari, María de Castro junto a dos personas sin identificar en el hipódromo de Maroñas
Montevideo, 1912
Gelatina de plata de revelado químico
Cortesía de Luis del Castillo Figari
A través del cruce de datos visuales y escritos en la prensa,y el cotejo de correspondencias epistolares y catálogos, el Museo Figari llega al reconocimiento de personalidades que no estaban identificadas en las fotos, mientras que –justo es admitirlo– otras permanecen aún cubiertas por el manto del olvido. Se realiza una datación ora precisa ora aproximada de las fotos y por todos los medios se intenta reconstruir ese tejido delgado que el tiempo deshilvana lenta e implacablemente en la memoria de los hombres.
Pedro Figari junto a Alberto Girondo, Alfredo González Garaño y dos personas sin identificar
París, hacia 1925
Gelatina de plata de revelado químico
Cortesía de Luis del Castillo Figari
Personalidades como Alberto Girondo (hermano del poeta Oliverio), Raúl Monsegur (gran viajero y amigo argentino de Figari), Alfredo González Garaño (coleccionista e historiador), el gran poeta uruguayo-francés Jules Supervielle, todos ellos fundamentales para la inserción de Figari en el medio cultural, adquieren un rostro definido, transitan desde la penumbra secular de otras décadas a un presente detenido, tan pronto dispuestos a las bromas como a la elegancia de los vernissages y los actos solemnes: la riqueza de la vida social de Figari queda aquí develada a la luz de estas nuevas pesquisas.
Por ello, más allá de su innegable valor testimonial, se puede afirmar que estas fotografías de época vienen cargadas por un doble expediente. De un lado, nos imponen el desafío de su esclarecimiento, en tanto pieza digna de historiar (dónde y cuándo surgen, quiénes son las personas que allí comparecen); y de otro, nos obligan a inmiscuirnos en una zona oscura: qué es lo que las imágenes no terminan de contarnos, cuál es su sentido obtuso (Roland Barthes), cómo se construye un significado allí donde carecemos de códigos visuales ajustados.
El misterio que rodea algunas de estas tomas, su “silencio” visual, su gratuidad, su felicidad y su melancolía, escapan a toda confrontación racional y nos conducen, una vez más, al dominio del hecho estético.
Pablo Thiago Rocca
Director del Museo Figari
* “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” en Discursos interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989, pag. 31. Cabe destacar que el ensayo fue escrito en 1936, fecha próxima al último de los registros fotográficos aquí expuestos.