Por diversas razones esta hermosa pintura posee un valor histórico en la producción de Pedro Figari. Para comenzar, el formato es infrecuente, como infrecuente es el tratamiento del color, con paredes de celestes y lilas apastelados que pasan de colores fríos a cálidos debido a las relaciones tonales adyacentes.
Esta pieza de arte formaba una dupla con otra titulada “Los reyes van a visitar al Gobernador”, malograda en un incendio en Colombia junto con otras pinturas de Figari y de otros pintores nacionales, durante los disturbios del llamado “Bogotazo”. 1
Pedro Figari
Los reyes van a visitar al Gobernador
Destruida
Imagen de archivo
“A casa de gobernador” (1925) se vincula con la obra antedicha porque posee las mismas dimensiones, la entonada paleta sugiere un ejecución cercana en el tiempo, reproducen el mismo motivo en dos circunstancias “temporales” próximas (la partida en carruajes para visitar al gobernador de Montevideo) y porque ambas formaron parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes (hoy Museo Nacional de Artes Visuales). 2
Sobre el tema, tratado en varias oportunidades por Figari, y refiriéndose en concreto a “Los reyes van a visitar al Gobernador”, el pintor escribió: “Es asunto que ocurría antiguamente, el día de reyes. Los reyes negros, de mañana, iban a casa del gobernador a saludarlo, y pasaban luego a cumplir otras funciones, diríase oficiales, volviendo cada pareja a la sede respectiva, a presidir sus bailes.” 3
La escena, quizás presenciada en la infancia por Figari, es evocada en la pintura con una sorprendente vivacidad. A ello contribuyen la colorida gesticulación de los personajes y el movimiento insinuado de las ruedas del carruaje y de las patas de los caballos, que se entreveran y multiplican en un recurso ya probado por las primeras vanguardias futuristas pero que en Figari encuentra una integración perfectamente ajustada a su estilo.
Pedro Figari
A casa del gobernador
óleo sobre cartón
33 x 70 cm
1. Durante la IX Conferencia Panamericana en Bogotá, abril de 1948.
2. Desde el año pasado, por resolución ministerial, esta obra se destina al Museo Figari por diez años, con miras a que una vez concluya ese lapso se incorpore definitivamente a su acervo. El Museo Figari tiene en custodia además otra obra con igual motivo perteneciente a la Colección del Museo Histórico Nacional, que se exhibe junto con ésta en sala.
3. Carta de Buenos Aires con fecha 24 de Mayo de 1924 dirigida a Laroche, copia de recaudo en archivo del Museo Nacional de Artes Visuales.
El carnaval de Montevideo en el Siglo XIX
“Los candombes empezaban en Navidad; su apogeo lo alcanzaba el día de Reyes, y duraban los tres domingos siguientes. La gran fiesta, era el 6 de enero, día de San Baltasar, el Rey Negro de la leyenda bíblica. Duraban las fiestas tres días seguidos y tenía lugar la consagración del Rey.
Antes de empezar las fiestas recorrían la población solicitando dinero, levitas, galeras, cinturones, collares, cintas y todo cuanto pudiera servir para ataviar con lujo al Rey, así como, el salón apropiado para festejar el acontecimiento.
Como se les miraba con indulgencia y simpatía, las contribuciones llovían en abundancia. Existieron familias, como la del Gral. Pagola, que eran muy generosas con los Congos, prestándoles mobiliarios y cortinados, juegos de sala para la Sala de los Reyes; llegando hasta la rivalidad, con respecto al adorno de esas salas; era cuestión de prestigio y divinidad la mayor ostentación de lujo en sus reuniones.
Mientras tanto, la Sra. Dolores Vidal de Pereira, preparaba en la Matriz el altar de San Baltasar, que estaba donde hoy se destaca el monumento a D. Mariano Soler. Llegado el día magnífico del 6 de enero, los Reyes y su séquito de acompañantes, asistían en corporación a la Matriz.
Después eran las visitas protocolares de cortesía a las familias, recorriendo la ciudad, para terminar con la visita al Gobernador y autoridades, que los recibían deferentemente, haciéndoles toda clase de regalos.
El Rey y la Reina eran negros ‘libertos’; no eran esclavos, cuyos oficios alternaban entre cocineros, lavanderas, planchadoras; todos servidores de buenas y distinguidas familias.
De tarde eran las fiestas en los candombes, duraban tres días, para lo cual los patrones concedían el permiso especial y éstos se entregaban al baile, tan incansables para el trabajo, como para el consagrado candombe.”
Miguel Ángel Jaureguy. El carnaval de Montevideo en el Siglo XIX, Ediciones Ceibo, Montevideo, 1944.