El pasado día 31 de enero falleció Fernando Loustaunau (Montevideo 1956–2025). El equipo del Museo Figari expresa su más sentido pésame y las condolencias a familiares y amigos.
Fernando fue un periodista, novelista, ensayista, investigador y curador de arte de larga trayectoria en nuestro medio. Residió en Francia y en Estados Unidos. En 1992 la Columbia University le otorgó la National Endowment for the Humanities. Fue director del Museo de Artes Decorativas (ex-Palacio Taranco, obra de Charles Girault y Jules Leon Chifflot) entre 2011 y 2022, realizando una estupenda gestión que renovó y puso en valor con criterios museológicos actuales las valiosas colecciones tanto del propio palacio como de las colecciones arqueológicas que alberga en el subsuelo. Realizó memorables exposiciones de arte en esta institución, como Platería oriental: signos surrealistas en el país de Lautréamont, El aura de Antoine Bourdelle en Montevideo y La correspondencia de las artes, entre otras.
Luego, a partir de 2023 y hasta su jubilación en 2024, en poco más de un año, realizó como investigador del Museo Nacional de Artes Visuales las curadurías de las muestras José Luis Zorrilla de San Martín en la Colección MNAV, Leonilda González en su centenario: La pertinaz alternancia, Bruno Widmann. Antología, Forma Curva Color. Rubens Fernández y Joaquín Torres García. El universo como reto, algunas de ellas realizadas en colaboración con María Eugenia Grau.
Fue colega y amigo desde la primera hora del Museo Figari. Participó de las Primeras Jornadas Figari Pensador con la ponencia "La muerte puntual: Figari y Reyles" y también como jurado del Premio Figari en el 2013, cuando se distinguió la trayectoria de Carlos Capelán. Pero, además, nos visitaba con frecuencia y en sus amenas y largas charlas pudimos apreciar su conocimiento de la ciudad (era un esteta preocupado por el urbanismo y la arquitectura) y de la literatura (francófilo declarado, especialista en Lautréamont, Jules Supervielle, Susana Soca). Versátil en su escritura ficcional, destacan en su trayectoria los relatos experimentales Pot pot (1989) y Curcc (1997) y las novelas biográficas Diario de un demócrata moribundo (2006) y Emma. Karma de Borges (2009).
Su prosa se distingue por su refinado sentido del humor y por un pulso tan firme como perspicaz. Para mejor ejemplo, extraemos un fragmento de su ponencia sobre Figari y Reyles y el asunto de la muerte que hoy con tristeza nos convoca:
"Sería la marca de la muerte una mezcla de familiaridad y extrañeza, algo insólito y no obstante tan familiar para todo ser humano. Lucrecio quiere probar la tranquilizadora legalidad física de la disolución mortal y hace lo que puede para convencernos y, sin dudas también, para convencerse a sí mismo: pero olvida la profunda e irreductible extrañeza de un hecho casi tan natural como la caída de los cuerpos y sin embargo tan misterioso en el fondo. Uno se pregunta si la aniquilación definitiva de una persona consiste simplemente en la obediencia a las leyes de un pensador metafísico."
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