Tirios y troyanos
José Batlle y Ordóñez (1856-1929) y Pedro Figari (1861-1938) fueron dos hombres de Estado de fuerte personalidad, ambos pertenecientes al Partido Colorado. Estrecharon una intensa amistad y se distanciaron con igual vehemencia debido a diferencias políticas y filosóficas. Discreparon sobre el rol de la enseñanza industrial y el lugar que ocupa el arte en la sociedad cuando Figari impulsó la reforma educativa de la Escuela de Artes y Oficios (1915-1917).
Pero durante el primer mandato presidencial, Batlle nombró a Figari Presidente de la Junta Central de Auxilios encargada del pago de subsidios de guerra a los revolucionarios después de la Paz de Aceguá (1904), y celebró su actuación. Por su parte Figari apoyó a Batlle en varios decretos y reformas, como, por ejemplo, en la prohibición de las corridas de toros, pese a la atracción que Figari sentía por la tauromaquia. En este aspecto es interesante observar cómo expresan sus diferentes puntos de vista.
“Las corridas de toros se distinguen de todas las otras fiestas por un rasgo característico; el hacer asuntos de agradable entretenimiento el dolor y la muerte (…) Ninguna otra fiesta civilizada presenta este carácter, propio del circo romano. Se habla de las carreras de caballos más o menos terribles; y de las pruebas de los circos, en que los equilibristas y volatineros se exponen a perder la vida y a veces la pierden; de los domadores de fieras, etc. Pero hay que establecer una diferencia profunda entre estas fiestas y las corridas de toros: la de que no se concurre a ellas a presenciar cómo se descalabran un caballo o un jockey, ni cómo cae un equilibrista, ni cómo devora una fiera a su domador; sino a regocijarse en la contemplación de ejercicio de habilidad, de fuerza, de inteligencia; la que el espectáculo del derramamiento de sangre, que es parte obligada y capital de los programas de las corridas de toros y que enardece y entusiasma al espectador, es un accidente desgraciado en las otras fiestas citadas, que las entristece y enluta…” (José Batlle y Ordóñez, extraído de Las Corridas de Toros ante la Moral Universal de Ana de Gómez Mayorga, ed Proa, Mexico DF, 1951.)
"Desde luego, tirios y troyanos todos nos sentimos sugestionados por el clamoreo de esa fiesta de luz, de fuerza, de destreza y de sangre, donde la imaginación se ve a cada paso transportada a las leyendas medioevales (…) Yo confieso llanamente que me siento atraído no sé por qué faz de la vehemencia de ese juego y tal vez inconscientemente he buscado argumentos que me sirvan de pretexto para alistarme en las filas de los taurófilos, no sin ciertas repulsiones intelectuales.” (Pedro Figari “Toros” en el diario El Día, 20/06/1900.)
Pedro Figari. Entrando a la plaza Óleo sobre cartón, 39,5 x 99,5 cm
No hay duda que para Figari debió ser difícil la decisión de apoyar la prohibición de las lidias de toros, pero eso no evitó que expresara su “debilidad” en una serie de coloridas pinturas. Debemos a un escritor y torero amigo de Figari, Manuel de Castro, uno de los más agudos análisis de esta serie, por cuanto los realiza alguien que conoce a fondo lo que se vive en el picadero. Por él nos enteramos, incluso, que Figari tenía sus toreros preferidos,* es decir, que era un asiduo y no un espectador ocasional.
A continuación presentamos de forma íntegra los originales mecanografiados con anotaciones del autor del artículo L”as estampones taurinos de Pedro Figari", que fuera publicado la Revista Nacional Literatura-Arte-Ciencia, vol. Año XVII, Tomo LXII, n° 186 (jun., 1954)
Manuel de Castro (Rosario, Argentina, 26 de marzo de 1896 - Montevideo, 8 de junio de 1970) fue un poeta, narrador, periodista y torero uruguayo.
* Menciona Manuel de Castro en su texto: “el gran Luis Mazzantini (Elgóibar, Guipúzcoa, 10 de octubre de 1856-Madrid, 23 de abril de 1926) que alternaba sus temporadas entre el coso de Madrid y el ruedo montevideano y de quien Pedro Figari era ferviente admirador, según me lo confesara el propio pintor.”