Procesión del encuentro: un estudio de caso
Pinturas de Pedro Figari / Fotografías de Rodrigo López
En abril de 1919 Pedro Figari viaja con su familia a la cercana localidad de Pando para presenciar La procesión del encuentro, ceremonia religiosa que a la sazón se realiza al alba del domingo de Pascua. Figari se establece un día antes para asistir a los pormenores del ritual cristiano: la misa, la espera de los grupos, el encuentro entre las dos “imágenes” del Cristo y la Virgen, la entrada en el templo.
A Figari, ateo, pensador afiliado a la corriente evolucionista, le interesa especialmente el costado sociológico del asunto, que inmortaliza en una serie de hermosos y sugerentes cartones. Algunos aspectos de la procesión han variado desde entonces (el horario, el recorrido) o se han incorporado nuevos detalles, pero como todo rito verdadero su esencia repite cíclica una historia fuera de la historia.
"Y llegaba en esos días la Semana Santa, del año 1919.
Alguien dijo a mi padre, que en el pueblo de Pando, ¡tan cercano a Montevideo y esa fue la primera noticia!, un cura español venía desde años atrás, realizando el Domingo de Pascua, una bellísima Misa tradicional (…) La iglesia iluminada y florida, y sus puertas totalmente abiertas dejando pasar al grupo celeste de los monaguillos, que iban en procesión, detrás de la banda de los músicos. Y en seguida el Cristo llevado en angarillas por cuatro hombres. Cubría la imagen de Cristo un manto rojo de terciopelo. […] A medida que la procesión iba dando la vuelta a la Plaza, todo era expectativa. La Virgen iba a aparecer, pero no se sabía de donde llegaría. Todos los años aparecía desde una calle diferente como que había sido guardada la noche anterior a la ceremonia, siempre en una casa distinta de aquel pueblo. Sí, allá venían cuatro viejecitos vestidos de negro y con sus cabezas bien blancas, trayendo en las angarillas con flores a la Virgen con su manto de terciopelo negro pobremente adornado. Al verla, corrieron las beatas a buscarla. Y al encontrarse con el Cristo, en plena calle, frente a las casas que en aquella mañana parecían flores recién abiertas, rosadas, verdes o crema, todos se arrodillaron silenciosamente. La procesión volvía entonces a la Iglesia, una vez el bellísimo ‘Encuentro’ realizado. […]”
Delia Figari de Herrera
Tan fuerte como el sentimiento, Buenos Aires, 1958.
El trabajo del fotógrafo Rodrigo López realizado en la vigilia de Pascua del presente año, tensa estéticamente esas dos variables: lo inmutable de la ceremonia y lo efímero de la circunstancia. Indaga en el ambiente de recogimiento de los fieles, sigue el camino de las figuras de madera policromada y a su forma y con sus propios medios repite la operación contemplativa de Figari.
Con perspicaz observación, López aporta nuevos elementos relevantes para un estudio de caso. Ya que con toda seguridad se trata de uno de los pocos fenómenos en el que podemos estudiar hasta qué punto la obra de Figari sirve de testimonio a un suceso histórico y en qué medida las libertades que como “pintor de recuerdos” se toma, apuntalan o tergiversan el valor documental. La muestra fotográfica se presenta en el contexto de una investigación de museo –se exhibe junto con obras de Figari- pero también provoca un nuevo hecho estético, con todas las singularidades que implica su medio expresivo.
La muestra se realiza en el marco de Fotograma 2011. Junto a la serie fotográfica de Rodrigo López se exponen óleos y dibujos de Figari de la serie de la Procesión del Encuentro pertenecientes a las colecciones del Museo Municipal Juan Manuel Blanes, Museo Nacional de Bellas Artes y colecciones particulares.